Recibido de profesor de danza a los diez y seis años, y con una extraordinaria maestría en improvisaciones musicales a través de su bandoneón, emprende, en Buenos Aires, los primeros pasos de lo que será su carrera artística y la muestra fidedigna de su talento.
Se abre para EL CUERVO la gran vidriera artística que lo sitúa junto a grandes y reconocidos músicos; es convocado a actuar como solista en renombrados festivales nacionales como así también a colaborar con artistas de amplia trayectoria, destacando siempre su marco protagónico desde el sonido de su bandoneón. Comparte espectáculos con Horacio Banegas, Zamba Quipildor, El Chango Nieto, Alfredo Ábalos, Los Hermanos Ábalos, Tamara Castro, Roxana Carabajal, Peteco Carabajal, Mario Álvarez Quiroga y Don Carlos Carabajal, Padre de la Chacarera, Carla Pugliese (nieta del maestro Alfredo Pugliese), Trío de jazz Las Black and Blues, y varios grupos de tango electrónico.
En el ámbito discográfico, se inicia con la creación de GRITO, seleccionando los temas que hacen a la identidad del pueblo santiagueño en todos sus matices sonorizándolos con una notoria influencia de ritmos latinos. Esta incursión en la discografía, lo lleva a emprender la formación del grupo musical LOS BRUJOS fuera de todo proyecto personal pero con el logro de una banda que musicaliza su propia historia, que refleja su identidad, que trabaja creando el clima adecuado para su público, que fusiona sones y ritmos generando la música natural, que le permite el despliegue de improvisaciones algo atípicas pero acertadas, que da acomodada apertura a la danza, que se caracteriza por la pureza de su creatividad, que se plasma en la libertad de expresiones artísticas y que instala la armonía entre los intérpretes y su audiencia quienes interactúan en un ambiente mágico que colma expectativas y emociones.
Su segundo trabajo, OSAMENTA, en plena elaboración actual, recrea composiciones de su autoría casi en su totalidad, lo que indica su madurez profesional. Su musa inspiradora son las obras literarias de Carlos Castaneda, arqueólogo, filosofo y estudioso de los brujos yaquis mejicanos, y a partir toda esta fuente, “El Cuervo” logra trasponer los umbrales místicos de las creencias nativas, generando una composición de matices ancestrales y fantásticos.